Las pulseras tienen una historia que se remonta a la antigüedad. Desde hace miles de años, la gente las usaba, confeccionadas de hueso, conchas y piedras. No solo eran accesorios, sino que también poseían poderes protectores y revelaban mucho sobre quién las portaba.

A lo largo de la historia, las pulseras se han elaborado con una variedad de materiales, incluyendo oro, plata, bronce, cuero, madera y piedras preciosas como diamantes, rubíes, esmeraldas y zafiros. Estos materiales a menudo se seleccionaban por su belleza y valor simbólico.

Desde los esplendores del antiguo Egipto, donde las pulseras de oro y lapislázuli eran símbolos de protección divina, hasta la grandiosidad de la antigua Roma, donde las pulseras de oro y plata denotaban estatus y riqueza, las pulseras han sido adornos preciados a lo largo de la historia. Los griegos también apreciaban estas joyas y las llevaban con elegancia como parte de su vestimenta distintiva. En la Edad Media, los brazaletes eran utilizados tanto por hombres como mujeres. 

Durante el siglo XIX, la joyería, especialmente las pulseras victorianas, desempeñó un papel crucial en la moda y la cultura. Estas pulseras se caracterizaban por sus motivos románticos y simbólicos, como corazones y serpientes. La influencia de la reina Victoria popularizó la joyería con piedras preciosas y diamantes. En el siglo XX temprano, la época modernista introdujo un cambio en la estética, con pulseras que destacaban por su simplicidad y geometría. En la ṕoca Modernista las líneas limpias y los diseños abstractos eran la norma.

En las décadas de 1920 y 1930, la extravagancia y la elegancia del Art Déco definieron la joyería, con pulseras geométricas e influencias egipcias y orientales. 

Años más tarde, durante los años 60, en el movimiento hippie, las pulseras se convirtieron en símbolos de paz, amor y contracultura. Las pulseras de la amistad, hechas a mano con hilos de colores, se popularizaron durante este período.

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